Al final de la calle Llana

Texto por Tania Abril
Fotografías por Antonio Galisteo León

Revista Tambriz • nº 4

Dicen que las calles son el escenario de la vida social, la esencia de un lugar. Algunas son o han sido, depende de la época, arterias imprescindibles por las que corrió el flujo poblacional, puntos estratégicos de desarrollo de un pueblo, que con el paso del tiempo ha ido expandiéndose y transformando sus ágoras o lugares de encuentro. Hace algún tiempo ya, el pulso de Baena se medía en la Calle Llana. Una vía larga, con algo más de un kilómetro que comienza en la plaza Amador de los Ríos y desemboca en la plaza Vieja, donde se ubicaba una antigua cárcel. En algún tiempo debió de ser una calle realmente importante, de hecho, todas las procesiones de Semana Santa la incluyen en su recorrido. Es de esas avenidas con olor a pueblo, a tradición, a leña, a horno, a dulce… a churros que impregnan cada rincón. Es una vía que muchos recuerdan con cierta nostalgia.

Entrevista completa en el nº 4 de la Revista Tambriz