Texto y fotografía de José Manuel Cano de Mauvesín
Revista Tambriz • nº 10
La toma de conciencia sobre la problemática que suponía el deterioro del casco histórico de Baena no fue una realidad social y política hasta la llegada de los primeros gobiernos democráticos.
En ocasiones, las actuaciones más básicas respondían a iniciativas particulares o de instituciones como la Iglesia católica que a través de sacerdotes muy comprometidos con sus respectivas feligresías, desarrollaban programas de integración e incluso acometían obras que bien podrían haber sido llevadas a cabo por el propio Ayuntamiento.
Sería este el caso del primer alcantarillado con el que se dotó al barrio de San Pedro, promovido por la parroquia de San Bartolomé; la rehabilitación de una nave de la antigua iglesia que daba nombre a la barriada para ofrecer servicios religiosos e incluso servir a modo de centro de apoyo escolar; la recuperación de la derruida iglesia del Salvador con idénticos fines, e incluso la instalación en la que fuera casa solariega de los Isla, en pleno barrio de la Almedina, de una incipiente industria textil y un Tele Club gestionado por el párroco de Santa María la Mayor.
Por su parte, el mismo ayuntamiento, al recibir como donación la denominada Casa Grande, también en la Almedina (ocupaba el solar del actual centro de Servicios Sociales), pensó en ubicar en el histórico edificio la sede de la biblioteca pública. Lamentablemente, este proyecto no se llevaría a cabo y el edificio acabó demoliéndose, desapareciendo uno de los emblemas solariegos de Baena.