Texto de T. Abril y R. Bujalance
Ilustración de Julio Seijas
Revista Tambriz • nº 4
Literatura y risas se dan la mano en este artículo homenaje al recién fallecido humorista gráfico, Antonio Fraguas ‘Forges’
¿Qué sería la vida sin humor? Algunos lo consideran una medicina, un recurso natural que aporta incontables beneficios y que ayuda a sobrevivir en situaciones extremas. El humor es cultura e imprescindible como todo lo que lleva hache: hoy. Hablar de humor y literatura es cruzar una frontera invisible, es un tándem que no goza de muy buena salud, a pesar de que son dos fármacos sin receta.
El humor en la literatura ha existido desde tiempos de Homero y escritores como Miguel de Cervantes, Shakespeare, Quevedo y García Márquez han acudido a él para crear sus obras. Algunas de las recomendaciones de Tambriz para quienes disfruten con la lectura y además, caígan en las redes de la risa son Sin Noticias de Gurb, de Eduardo Mendoza; El buscón, de Quevedo; Ulises, de James Joyce; Diario de Adán y Eva de Mark Twain; Las Cosmicómicas de Italo Calvino; La tournée de Dios, de Enrique Jardiel Poncela; o Los muertos no se tocan, nene,de Rafael Azcona.
Hablar de genios del chiste o la parodia estos días es hablar de Antonio Fraguas de Pablo (Madrid, 17 de enero de 1942) más conocido como Forges. Su reciente fallecimiento, el pasado mes de febrero, ha llenado portadas de prensa nacional, telediarios, publicaciones especiales, documentales todos movidos por la conmoción que supone la pérdida de un genio contemporáneo. Forges deja huérfanos a quienes le seguían día a día y a quienes cada mañana robaba una sonrisa con el primer café, tras leer la viñeta diaria que publicaba en El País (del que era colaborador desde 1995: antes lo fue, entre otros, de Pueblo, Informaciones, Interviú, El Jueves, Diario 16 y El Mundo).