“Hoy es un día feliz”, comentaba Manolo García durante la inauguración de la muestra Poetas desafectos, excéntricos remeros que se expone estos días en la Casa García de Viedma de Armilla (Granada) y que podrá visitarse hasta el 30 de noviembre. El polifacético artista se mostró “gratamente sorprendido” a su llegada a la sala en la que se exhiben sus cuadros y esculturas, tras hacer un recorrido por el museo etnográfico y descubrir todo lo que guarda la Casa García de Viedma en su planta baja. Un repaso al mundo rural que “me ha llevado a mis recuerdos de niñez”, comentaba García al llegar.
Descubrir otra de las aristas que componen el todo de Manolo García es adentrarse en esta muestra de 24 pinturas, tanto óleos como acrílicos, 35 dibujos en papel (composiciones que el artista esboza cuando termina un concierto, por eso pueden verse distintos puntos de la geografía española en las firmas); y 12 esculturas de madera y de hierro creadas por él mismo.
Para quienes desconocen este lado artístico del cantante explica: “Pinto muchísimo. Pinto por necesidad intrínseca y vital. El mundo exterior me muerde como un bicho, pones la televisión y todo son problemas, todo está reliado… Tienes que encontrar tu espacio de calma, porque el mundo exterior tiende a envenenarnos; pintar, hacer esculturas para mí es un momento de descanso, de templar el nervio y parar, retroalimentar la música que hago con imágenes”. Es una de las mil caras de esta joya que prosigue, “hago la música con el corazón. ¿Y quién manda las imágenes al corazón? La cabeza, que tiene ojos y observa, los sentidos perciben… realimentar arte con arte. Leer poesía, prosa, ver buenas películas…En definitiva, el arte alimenta y es una vía hacía la libertad, una libertad personal diaria”.
“Si tengo una hora prefiero escuchar o leer a personas sabias, mi tiempo es oro. Tengo que vivir. ‘Lo quiero todo’ como en mi canción, un todo nada material, es un todo espiritual, de percepción, de sentir…”
Su música y sus cuadros están conectados. Juega con las palabras en sus canciones y con los colores luminosos y alegres en sus creaciones pictóricas alimentadas de todos los ismos, mojadas de una perspectiva surrealista, empapadas de influencias y plasmadas con un estilo propio. “Cuando pinto siempre tiene que sonar algo”, enfatiza; aunque mientras crea no piensa, ni presta toda su atención a la música que suena. Se declara de gustos eclécticos y con cierta debilidad por los setenta, termina declarando que “me gusta todo: del flamenco al blues, pop, moderno…”. Y sí, pinta a menudo “me alegro los días, si esa pequeña alegría que consigo cada día, puedo transmitirla a otras personas que observan mi obra, que se pregunten, que piensen…entonces, habrá tenido sentido”, asegura.
Explorador de nuevos mundos
Si verlo sobre un escenario es mágico, descubrirlo sobre el lienzo o en una escultura es encontrar a un explorador de nuevos mundos que invita a la reflexión, una vuelta a la madre naturaleza de la que entiende que “estamos viviendo de espaldas a ella”. Algo que también se percibe en sus esculturas que son “un alegato contra la modernidad”, sostiene el artista que en más de una ocasión se ha mostrado contrario a las nuevas tecnologías y que confiesa abiertamente que “si tengo que estar todo el día contestando al ‘wasap’, mirando en internet, dedicándome a la holganza o al cotilleo cósmico; yo elijo pintar y hacer canciones. Algo que además puedo compartir con los demás”.
Y continúa “Si tengo una hora prefiero escuchar o leer a personas sabias, mi tiempo es oro. Tengo que vivir. ‘Lo quiero todo’ como en mi canción, un todo nada material, es un todo espiritual, de percepción, de sentir…”. Pues como canta Manolo García, “Que no se escape el tiempo”, y aprovechemos antes del 10 noviembre para disfrutar de esta muestra de martes a viernes, de 17:00 a 21:00 horas; los sábados de 11:00 a 14:00 horas y de 17:00 a 21:00 horas; y los domingos de 11:00 a 14:00 horas.