Texto por Ramón Bujalance Ilustración por Teresa Castro Robledo

Revista Tambriz • nº 2

Clac, clac, clac. El arte de cortar o modelar el cabello es uno de los más antiguos en la Historia de la Humanidad. Desde los primeros pobladores paleolíticos, quienes realizaban esas acciones eran las personas con más autoridad en los grupos sociales. Se pensaba que en el pelo residía el alma de la gente, que era una manifestación de los pensamientos; y cortarlo era una forma de quitarse la esencia de lo malo acumulado en ellos y renovar energías. Por eso, esa tarea era confiada a los que entonces eran considerados más sabios, a los sacerdotes. De hecho, se han encontrado afeitadoras hechas con piedras afiladas de la Edad del Bronce, de 3.500 años de antigüedad. Los barberos eran una de las figuras claves de la época en Roma, Grecia y Egipto.

Una profesión, que pese a los avances, ha permanecido en el tiempo y aún hoy mantiene parte de esa esencia antepasada. De hecho, las barberías son de esos negocios que siempre han estado ahí y de los que la moda masculina ha vuelto a poner, recientemente, en el punto de mira.

Reportaje completo en el nº 2 de la Revista Tambriz